Establecer un negocio “sobre olas”, en playa maderas del municipio de San Juan del Sur, no estaba en los planes de vida del rivense Juan Carlos Sandino Barrios de 33 años, pero un viaje que realizó a Costa Rica, le permitió descubrir que su pasión era reparar tablas de surf y ofrecer otros negocios relacionados a este deporte.
LESBER QUINTERO
Cuenta que en su infancia y adolescencia no conocía nada acerca del surf y olas, “porque vivía en la comunidad de Urbaite del municipio de Altagracia en la Isla de Ometepe y en ese entonces este deporte era totalmente desconocido en Nicaragua, pero a los 12 años migre a Costa Rica en busca de mi padre sin imaginarme que encontraría mi pasión y mi estilo de vida”, puntualizó el isleño.
Sus primeros pasos en el negocio de las tablas de surf, surgieron cuatro años después de permanecer en Costa Rica, cuando abandonó sus estudios de segundo año para dedicarse a trabajar.
“Mi papá no pudo continuar facilitándome los estudios y me tuve que dedicar a trabajar en el área de construcción, restaurantes, hasta llegar a dar a una escuela de surf, dónde mi vida cambio porque con pasión y esmero me dedicó a hacer lo que me ha permitido sacar a delante a mis dos hijos y mi esposa y mi meta es llegar a fabricar las tablas de surf”, afirmó.
Según Sandino, tras descubrir, su pasión en el vecino país del sur inmediatamente aprendió a surfear, a reparar tablas de surf, hablar y perfeccionar el inglés a través contacto directo con los surfistas extranjeros.
Al regresar a Nicaragua en el 2004 “ya se habla mucho sobre el potencial de las olas de las playas de San Juan del Sur y Tola y dos años después decidí establecer mi negocio en playa maderas, porque note que la reparación y renta de tablas de surf tenían mercado y que la tendencia de la demanda era el crecimiento”, manifestó Sandino.
Con resina y fibra de vidrio, Sandino se la pasa reparando tablas de surf a surfistas, provenientes de diversos países o rentando las que tiene en su negocio.
Señala que la restauración de una tabla de surf tarda entre uno o dos días y que el costo del trabajo oscila dependiendo del tamaño de la pieza y el daño entre US$ 10 y US$ 100.
“En temporada alta que es entre diciembre y marzo se reparan en 10 y 15 tablas a la semana y cuento con el apoyo de tres trabajadores, ya que también las rentamos y damos clases de surf a US$ 35 la hora”, dijo Sandino.
Para establecer su tienda, Sandino asegura que inició con 8 tablas de surf, que le facilitaba un extranjero para que las rentara a US$ 10 por día, y en la actualidad dispone de un menú propio compuesto por 28 piezas, que principalmente son utilizadas por surfistas canadienses y estadounidenses.
Con rostro de satisfacción, Sandino señala que el mundo de las tablas de surf, también lo ha llevado hacer árbitro de competencias internacionales y mundiales promovidos por la International Surfing Association (ISA) y que este negocio será parte del resto de su vida.
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