miércoles, 8 de noviembre de 2017

La falta de agua potable, un problema en playas de Tola

El ahorro y uso racional del agua, es el día a día, en establecimientos turísticos que se han establecido en una zona costera del municipio de Tola, que se extiende de sur a norte desde playa Jiquilete, hasta Guacasate, pasando por Popoyo.
LESBER QUINTERO
Jessica Magaly Chávez, propietaria del Hostal restaurante “Tica Número Dos”, ubicado en Guasacate, asegura que el reto es difícil, “pero es una práctica necesaria debido a que la zona carece de acceso al servicio de agua potable y tenemos que comprar el vital líquido, para poder ofertar los servicios turísticos”, relató.
Estas playas que hace más de 15 años lucían deshabitadas, y sin visitantes, ahora muestran lujosas y llamativas infraestructuras que han aterrizado con la llegada de inversionistas nacionales y extranjeros, que apuestan al potencial turístico de estas atractivas playas, pero según los empresarios turísticos hay una asignatura pendiente: El acceso al agua potable.
“Estamos claros que el turismo se ha posicionado como una de las actividades económicas más relevantes de las comunidades de Limón Uno y Dos, así como Guasacate, pero aun no contamos con el servicio de agua potable y por eso tenemos que destinar recursos para comprar el vital líquido y poner en práctica el habito del ahorro y hasta hacer llamados de a tensión a los turistas, cuando hacen uso de grifos o baños”, precisó Chávez.
El micro empresario turístico Jorge Mendoza, señaló que en Guasacate se han establecido más 20 negocios entre pequeños hoteles, restaurantes y tiendas de surf y esparcimiento y que desde sus orígenes han tenido que recurrir a la compra de agua en pipas y envasada.
Cuenta que los primeros cimientos del rubro turístico de la zona, surgieron hace dos décadas y que con el auge el acceso al agua se convirtió en una de las principales prioridades de la zona.
“El tema del acceso al agua ya lo hemos expuesto a la municipalidad de Tola, pero uno de los obstáculos ha sido localizar una fuente hídrica, apta para el consumo humano con capacidad para abastecer la demanda requerida y lo otro es obtener fuentes de financiamiento a través del gobierno central”, puntualizó Mendoza.
En guasacate la red de tubería pública más cercana se localiza a 6 kilómetros, que es la distancia que separa estas costas de la comunidad de Las Salinas de Nahualapa, pero no se ha contemplado ningún proyecto enfocado a extender la red de distribución.
El acceso al agua potable es un dolor de cabeza para las familias que habitan en la franja de la zona costera del Pacífico, donde se deja de comprar la comida para priorizar la compra del agua.
Dolores Mena Obando, propietaria del restaurante “Los Amores del Sur”, asegura que el servicio de agua potable daría un valioso impulso al desarrollo turístico de la zona.
“Pero mientras el proyecto se hace una realidad, acá continuamos promoviendo el uso racional del agua e invitando a los turistas que no derrochen el vital líquido y a estar pendientes de grifos, duchas”, explicó.
Agregó que en Guasacate la práctica es comprar semanalmente pipas de agua y almacenarlas es tanques plásticos, para satisfacer la demanda que se requiere en baños, servicios sanitarios, e higiene personal y de los establecimientos, mientras que el agua envasada es utilizada para preparar los alimentos y bebidas.
De pendiendo de la capacidad de las pipas, el precio oscila entre C$ 600, C$ 1,200 y C$ 1,350 y el agua envasada se cotiza a C$ 60 el bidón de 20 litros.
En algunos negocios también han adoptado el uso de filtros de agua, tal es el caso del hotel Red Pepper, propiedad de una pareja de holandeses, que emprendió el negocio en el 2016 y que al igual que el resto de empresarios turístico de la zona promueve el cuido del recurso hídrico.
Marcus Vollaers, asegura que en dicho establecimiento se consumé 4,400 litros de agua por semana solo a través de las pipas, “y a parte adquirimos el producto envasado y recurrimos a filtros para purificar el vital líquido y hacer un uso racional”, mencionó el holandés.
En las costas de Jiquilete y Popoyo, la realidad es similar, asegura Sandro José Ruiz, recepcionista del Hotel Solost, quien a la vez confirmó que históricamente han carecido del acceso al agua potable.
Según Sandro, estas playas han dinamizado la economía de las comunidades de Limón Uno y Dos, dónde la población se ha abastecido históricamente de pozos, cuyas fuentes de agua salobre no son aptas para el consumo humano.
Sin embargo en esta zona tanto empresarios turísticos como lugareños asentados en estas comunidades ven más cerca la posibilidad de contar con el servicio de agua potable, gracias a un proyecto que promueve la municipalidad y el Fondo de Inversión Social de Emergencia, FISE.
Juan Francisco Pérez, líder de la comunidad de Limón Dos, asegura que el proyecto de agua potable ya está en estudios de factibilidad y en la búsqueda del manto acuífero, dónde se pretende instalar el pozo.
“El proyecto es necesario por el desarrollo y el progreso que ha traído el turismo a estas comunidades y esto fue una de las razones que las autoridades municipales tomaron en cuenta para gestionar el servicio de agua potable ante el gobierno central”, relató.
Dijo que el proyecto será administrado por la directiva del Comité de Agua Potable y Saneamiento (CAPS), que creará en la comunidad y que en el censo realizado se contabilizó la necesidad de realizar 453 conexiones domiciliares, incluyendo los establecimientos turísticos de playa Jiquilete y la zona norte.
“La inversión del proyecto asciende a 8 millones de córdobas, y una vez que concluya la obra, será trascendental en nuestras vidas ya que el agua de los pozos domiciliares no son aptos para el consumo y a la vez se va fortalecer el turismo en la zona costera”, concluyó Pérez.


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