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Jerónimo José Flores Velázquez |
Antes se dedicaba al negocio en sus días libres o cuando quedaba sin trabajo, ahora que es jubilado sigue vendiendo cocos para ajustar sus gastos
Ramón Villarreal Bello
Don Jerónimo José Flores Velázquez a sus 67, continúa recorriendo las calles principales de la ciudad de Rivas, vendiendo cocos de agua, a todos aquellos que gustan de un fresco natural, que no requiere de ningún químico, y con la ganancia de esta venta ambulante, éste hombre logra ajustar para cubrir los gastos del mes de su hogar porque su pensión d jubilados es de C$3,000 y no le alcanza para subsistir.
Flores explicó que cuando tenía 25 años comenzó a vender coco por primera vez. “Eran los tiempos del general Somoza, yo echaba los cocos en un carretón de mano y así salía a las calles. Yo trabajaba y en mis tiempos libres salía a vender cocos, y yo mismo subía a los palos de cocos y los cortaba, pero ya cuando cumplí 50 años, no volví a subir a esos palos, y ahora el coco me lo llevan cortado a mi casa” detalló Flores.
Este “coquero” rivense originario de Monimbó, Masaya, llegó a Rivas, cuando tenía 7 años, y actualmente reside en el barrio de Popoyuapa donde habita con su esposa y dos nietos. Recuerda que el primer triciclo lo compró en los años 90, y el mismo negocio le dio para comprar el segundo triciclo, el cual usa actualmente.
En el triciclo, Flores lleva una hielera con cocos pelados con hielo, listos para abrirse y colocarles una pajilla para que el cliente disfrute de su agua dulce. En el fondo del triciclo se observan varios cocos sin pelar. Según Flores, el vende entre 40 a 50 cocos por día, lo que es suficiente para obtener algo de ganancia
Recordó que estuvo inactivo por más de cuatro meses, cuando anduvo con muletas, por problemas en su rodilla derecha, sin embargo su fe en Dios, logró volver a caminar y a las calles rivenses, donde deja escuchar su pegón; “Agua de cocoooo, agua de cocoooo”
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